ALIMENTACIÓN COMPLEMENTARIA EN PEDIATRÍA
La Academia Americana de Pediatría y posteriormente la
Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica establecieron
que la alimentación complementaria debe considerarse como la introducción
de otros alimentos y líquidos diferentes a la leche materna y a las fórmulas
lácteas infantiles, con el fin de llenar las brechas de energía y nutrientes,
que éstas no son capaces de proporcionar.
La palabra ablactación actualmente no es reconocida por el
diccionario de la Real Academia Española. Etimológicamente proviene del latín
“ablactātio”, que significa destete, término que actualmente se encuentra en
desuso, ya que este proceso no implica una supresión de la leche materna o de
las fórmulas lácteas infantiles.
El niño durante su etapa de crecimiento y desarrollo
adquiere y desenvuelve un sin número de habilidades, al mismo tiempo que
incrementan sus requerimientos energéticos y nutricionales, por lo que la
alimentación exclusiva con leche humana o artificial no puede ser igual en
estas etapas de la edad pediátrica.
Entre los objetivos
que se persiguen con la introducción de la alimentación complementaria están:
1. Promover un adecuado crecimiento y desarrollo
neurológico, cognitivo, del tracto digestivo y el sistema neuromuscular.
2. Proveer nutrientes
que son insuficientes en la leche materna, tales como: hierro, zinc, selenio,
vitamina D.
3. Enseñar al niño a distinguir sabores, colores, texturas y
temperaturas diferentes, así como a fomentar la aceptación de nuevos alimentos.
4. Promover y desarrollar hábitos de alimentación saludable.
5. Favorecer el desarrollo psicosocial, y la interrelación
correcta entre padres e hijos.
6. Conducir a la
integración de la dieta familiar.
7. Promover una alimentación complementaria que permita
prevenir factores de riesgo para alergias, obesidad, desnutrición, hipertensión
arterial, síndrome metabólico, entre otras
La edad ideal para el inicio de la alimentación
complementaria ha sido tema de interés y de controversia para los diferentes
organismos que regulan el manejo nutricional en pediatría y han surgido
diferentes opiniones al respecto.
Desde 2001 la Organización Mundial de la Salud recomendó
iniciar la alimentación complementaria a partir de los seis meses de vida, ya
que la leche materna constituye un factor protector frente a la morbimortalidad
infantil en los países en desarrollo.
Las recomendaciones
de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica
del 2008, señalan que el inicio de la alimentación complementaria no debe ser
ni antes de las 17 semanas ni después de las 26 semanas de vida, tanto en los
niños amamantados, como en los que reciben fórmulas lácteas infantiles o
lactancia mixta.
Con fines prácticos,
el inicio de la alimentación complementaria puede recomendarse a partir, y no
antes, de los cuatro meses en quienes estemos seguros de garantizar que los
alimentos nuevos en la dieta satisfagan los requerimientos energéticos, y no
debe diferirse más allá de los 6 meses en ningún paciente.
¿Qué puede suceder si iniciamos la alimentación complementaria antes de los 4 meses o después de los 6 meses de vida de nuestro bebé?
Esquema que relaciona la adquisición de los hitos del
neurodesarrollo con el tipo de consistencia de los alimentos que un niño entre
0 y 12 meses es capaz de ingerir.
¿Hasta qué edad se puede continuar la lactancia materna?
La lactancia materna debe acompañar la alimentación
complementaria hasta los dos años y debe ser administrada a demanda,
debido a que durante este periodo sólo una parte de los requerimientos
calóricos totales del niño son cubiertos por la alimentación complementaria.
La lactancia materna
puede aportar más de la mitad de los requerimientos energéticos totales en un
niño entre 6 y 12 meses de edad, y continúa aportando nutrientes adecuados,
junto con los alimentos complementarios; por lo tanto, el objetivo fundamental
de la alimentación complementaria en esta etapa es poner en contacto y entrenar
al niño con los alimentos que posteriormente lo van a acompañar a lo largo de
su vida.
Posteriormente, entre 12 y 24 meses de edad, la alimentación
complementaria cubrirá más de la mitad de los requerimientos energéticos
totales del niño; sin embargo, la lactancia materna continuará cubriendo hasta
un tercio de los requerimientos de energía del niño, además de otros nutrientes
de elevada calidad.
Se recomienda experimentar la introducción de alimentos con
diversas combinaciones, sabores y texturas para animarlos a comer. La
aceptación de algún alimento nuevo sólo se conoce después de al menos 3 a 5
intentos de ofrecérselo; si es rechazado nuevamente, se sugiere suspenderlo
para ofrecerlo otra vez más adelante, igual o con otra presentación.
El niño debe tener su propio plato, de manera que el
cuidador pueda saber si el niño está recibiendo suficiente comida. Para
alimentar al niño se puede emplear una cuchara, o las manos limpias;
dependiendo de la cultura. El utensilio debe ser el apropiado para la edad del
niño.
Si existen las condiciones adecuadas se debe iniciar la
alimentación complementaria a los cuatro meses de edad, y nunca más allá de los
6 meses. Se recomienda iniciar con la introducción de un alimento nuevo cada 2
a 3 días, y en caso de que no acepta se debe intentar nuevamente en 7 días
(realizar por lo menos 5 intentos).
** Evidencia reciente sugiere que no se deben retrasar los
alimentos alergénicos, sin embargo en la actualidad no se ha llegado a un
consenso en esta medida y se sugiere en guías actuales el retraso en caso
familiares con alérgicos a dicho alimento.
¿Cuáles alimentos no son recomendados?
Se recomienda no introducir la leche de vaca entera hasta
los 12 meses, por el riesgo de inducir anemia ferropénica debido a su bajo
contenido en hierro y a su relación con micro sangrados intestinales y anemia.
No se debe añadir sal ni azúcar en la preparación de los alimentos
para lactantes durante el primer año de vida, pues ambos componentes se
encuentran en cantidades suficientes de for[1]ma natural en la
dieta. Tampoco se deben dar edulcorantes porque refuerzan la preferencia innata
por los sabores dulces y suponen un riesgo añadido de caries dentales y
obesidad.
La miel de abeja no procesada puede contener esporas de
Clostridium botulinum, lo cual, sumado al déficit de ácido gástrico del
lactante, facilitaría el desarrollo de botulismo.
Hay que evitar las bebidas excitantes, como café, té o
infusiones (específicamente a base de anís), ya que contienen alcaloides que
producen cólico y además carecen de valor energético. Las bebidas carbonatadas
como los jugos artificiales, gaseosas y refrescos tampoco se recomiendan, porque
disminuyen la absorción del calcio, proveen altas cantidades de energía,
carecen de valor nutrimental pueden disminuir el apetito y la aceptación de
otros nutrientes.
No se recomiendan los alimentos con soya porque su contenido
de fitatos interfiere con la absorción del hierro y otros nutrimentos, además
de favorecer el depósito de aluminio.
No deben darse embutidos
antes del año de edad por su elevado contenido de sodio, nitritos y
grasas saturadas. Después del año se aconseja en cantidades mínimas supervisadas.
Las nueces, cacahuates, maíz (palomitas de maíz), uvas
pasas, entre otros, son alimentos peligrosos para los niños por debajo de los
cuatro años de edad, debido a que el tamaño de estos condiciona riesgo de
broncoaspiración y la probabilidad de que sean introducidos en las fosas
nasales u oídos por curiosidad.Sin embargo, este tipo de alimentos pueden
darse molidos o machacados y mezclarse con el resto de la dieta de forma
segura.
¿Y si los padres son veganos o vegetarianos?
Estas deficiencias pueden dar lugar a malnutrición proteico-calórica, raquitismo, anemia ferropénica, anemia megaloblástica y retraso del crecimiento y del desarrollo psicomotor en los lactantes, y se ven compensadas cuando la dieta incluye lácteos (lactovegetariana) o leche y huevos (ovolactovegetariana), ya que proporcionan proteínas de alto valor biológico, calcio y vitaminas D y del grupo B.
Los lactantes amamantados por madres con dieta vegetariana estricta
pueden requerir suplementos de vitaminas D y, especialmente, B12, hierro y
calcio.
¿Y qué dice la Organización mundial de la salud (OMS)
acerca de la alimentación de lactantes y niños pequeños?
Datos y cifras
- De acuerdo con la Convención
sobre los Derechos del Niño, todos los lactantes y niños tienen derecho a
una buena nutrición.
- Un 45% de las defunciones de
niños se asocia a la desnutrición.
- 52 millones de niños menores
de 5 años presentan emaciación, 17 millones padecen emaciación grave, y
155 millones sufren retraso del crecimiento, mientras que 41 millones
tienen sobrepeso o son obesos.
- Aproximadamente un 40% de
los lactantes de 0 a 6 meses se alimentan exclusivamente con leche
materna.
- Son pocos los niños que
reciben alimentación complementaria segura y adecuada desde el punto de
vista nutricional; en muchos países, menos de un cuarto de los niños de 6
a 23 meses cumplen los criterios de diversidad de la dieta y frecuencia de
las comidas apropiados para su edad.
- Si todos los niños de 0 a 23
meses estuvieran amamantados de forma óptima, cada año se les podría
salvar la vida a más de 820 000 niños de menos de 5 años. La lactancia
materna mejora el coeficiente intelectual y la asistencia a la escuela,
además de asociarse a mayores ingresos en la vida adulta
- La mejora del desarrollo
infantil y la reducción de los costos sanitarios gracias a la lactancia
materna generan beneficios económicos para las familias y también para los
países.
Alimentación complementaria
Alrededor de los seis meses, las necesidades de energía y nutrientes del lactante empiezan a ser superiores a lo que puede aportar la leche materna, por lo que se hace necesaria la introducción de una alimentación complementaria. A esa edad el niño también está suficientemente desarrollado para recibir otros alimentos. Si no se introducen alimentos complementarios alrededor de los seis meses o si son administrados de forma inadecuada, el crecimiento del niño puede verse afectado. Los principios rectores de una alimentación complementaria apropiada son:
- Seguir con la lactancia
materna a demanda, con tomas frecuentes, hasta los dos años o más.
- Ofrecer una alimentación que
responda a las necesidades del niño (por ejemplo, darles de comer a los
lactantes y ayudar a comer a los niños mayores; darles de comer lenta y
pacientemente, alentándolos a que coman, pero sin forzarlos; hablarles
mientras tanto, y mantener el contacto visual).
- Mantener una buena higiene y
manipular los alimentos adecuadamente.
- Empezar a los seis meses con
pequeñas cantidades de alimentos y aumentarlas gradualmente a medida que
el niño va creciendo.
- Aumentar gradualmente la
consistencia y variedad de los alimentos.
- Aumentar el número de
comidas: dos a tres al día para los lactantes de 6 a 8 meses, y tres a
cuatro al día para los de 9 a 23 meses, con uno o dos refrigerios
adicionales si fuera necesario.
- Ofrecer alimentos variados y
ricos en nutrientes.
- Utilizar alimentos
complementarios enriquecidos o suplementos de vitaminas y minerales si
fuera necesario.
- Durante las enfermedades,
aumentar la ingesta de líquidos, incluida la leche materna, y ofrecerles
alimentos blandos y favoritos.
Hitos
del desarrollo
Con respecto a la conducta del alimentador en
presencia de respuestas selectivas de agrado y desagrado, y el establecimiento
de la relación alimentaria entre el lactante y el alimentador, debemos señalar
˜ los siguientes conceptos:
1) Debe haber división de tareas: el niño˜ decide
‘‘cuánto’’ comer y los padres dictan ‘‘qué’’, ‘‘cuándo’’ y ‘‘cómo’’.
2) El cuidador debe ingerir el alimento que desagrada
al niño, “lo que mejora su disposición a probarlo”.
3) El niño˜ debe comer acompañado.
4) Los cuidadores deben ver y probar el alimento para
mejorar la aceptación.
5) Se debe exponer el alimento de ocho-15 veces para
una mejor aceptación.
6) Un mayor control de los cuidadores (presionar,
controlar y restringir), tiene consecuencias negativas sobre la conducta del
lactante.
7) La duración
de los tiempos de comida depende de la autoregulación del niño˜ y del entorno y
vínculo padre-hijo. 8) Los padres influyen en los hábitos alimentarios del
lactante, y no solo el pool genético.
Fuente:
Acta Pediatr Mex. 2017 may;38(3):182-201 .
www.who.int Alimentación
del lactante y del niño pequeño (who.int)
Romero-Velarde E, et al. Consenso para las prácticas de
alimentación complementaria en lactantes sanos. Bol Med Hosp Infant Mex. 2016.
http://dx.doi.org/10.1016/j.bmhimx.2016.06.007
Lecturas recomendadas: Breastfeeding
(thelancet.com)
Dr. César de Lara Martínez
Médico Familiar IMSS/UANL
Heroico Colegio Militar 127 Colonia del Prado Monterrey Nuevo León. México