Cinco mitos
en torno a las vacunas
Dr. Matthew E.
Falagas, MSc, DSc; Dra. Georgia K. Vatheia
| 06 de enero de 2017
Además, se han
estudiado adicionalmente dos componentes de la vacuna (timerosal y mercurio) a
los que también se había atribuido como agentes causales de autismo. [14] No se encontró ninguna
relación entre timerosal (OR: 1,00; IC 95%: 0,77 - 1,31) o el mercurio (OR:
1,00; IC 95%: 1,93 - 1,07) y el autismo.
Los resultados de
los estudios han desacreditado la relación entre la vacuna triple viral y el
autismo.
También debe resaltarse que la considerable morbilidad y mortalidad de enfermedades infecciosas potencialmente prevenibles es cierta, incluidas las muertes a consecuencia de difteria, en países desarrollados; por ejemplo, la muerte de un niño de 6 años en España en 2015 [15] y de una niña de 3 años en Bélgica en 2016, [16] los cuales no se habían vacunado.
También debe resaltarse que la considerable morbilidad y mortalidad de enfermedades infecciosas potencialmente prevenibles es cierta, incluidas las muertes a consecuencia de difteria, en países desarrollados; por ejemplo, la muerte de un niño de 6 años en España en 2015 [15] y de una niña de 3 años en Bélgica en 2016, [16] los cuales no se habían vacunado.
Mito 3: Las vacunas producen enfermedades autoinmunitarias
El rol de la
vacunación en la patogenia de enfermedades autoinmunitarias (probablemente al
desencadenar la autoinmunidad) por mucho tiempo ha sido tema de debate. Si bien
todavía no se ha esclarecido la causa de estas enfermedades, es posible que
desempeñen un papel varios factores, como la predisposición genética, los
factores ambientales y las enfermedades infecciosas. [17]
Todavía se está
estudiando la relación entre las vacunas y la autoinmunidad. Sin embargo, hasta
el momento no existe evidencia definitiva que respalde una relación causal. La
mayor parte de los datos que vinculan las vacunas con la autoinmunidad
provienen de estudios de casos, [18] que se considera ofrecen un
bajo nivel de evidencia. Hasta ahora no se han realizado estudios
epidemiológicos extensos que nos proporcionen evidencia clínica convincente y
relevante. [19] Dada la naturaleza y la
heterogeneidad de los trastornos autoinmunitarios, tales estudios son muy
difíciles de llevar a cabo.
Recientemente se
introdujo el síndrome inflamatorio autoinmune provocado por adyuvantes (ASIA,
por sus siglas en inglés) como una clasificación de una serie de enfermedades
autoinmunitarias emergentes, potencialmente relacionadas con los adyuvantes de
las vacunas (sustancias que intensifican la inmunogenicidad de la vacuna). [20] ASIA atrajo mucha atención
médica y un gran número de artículos en que se analizó el tema. Sin embargo,
sigue siendo un concepto teórico, con criterios de inclusión muy generales y
sin suficientes datos clínicos claros, al menos hasta el momento. [21]
En los estudios se
ha analizado la incidencia de enfermedades autoinmunitarias en grupos vacunados
frente a no vacunados. Ninguno ha demostrado que las vacunas produzcan un
aumento en alguna enfermedad autoinmunitaria. [22,23] Nuestra opinión es que este
riesgo teórico no debe de impedir el respaldo de las vacunaciones, en vista de
sus beneficios innegables.
Mito 4: La influenza es una enfermedad inocua por lo que es innecesaria
la vacunación
Aunque la influenza
suele considerarse una enfermedad leve, ciertamente no siempre es el caso. La
influenza es una importante amenaza para la salud pública. En el Siglo XX
ocurrieron tres pandemias y millones de muertes por la influenza. Durante el
último periodo pandémico del virus H1N1 (11 de junio de 2009 al 1 de agosto de
2010), 18.449 muertes se atribuyeron a la influenza, aunque la tasa de
mortalidad global sin duda fue más alta. [24]
La influenza puede
tener complicaciones graves, tales como neumonía grave, y complicaciones
extra-respiratorias, como encefalopatía y miocarditis. [25] Además, un número considerable
de muertes relacionadas con complicaciones cardiacas y pulmonares suele ocurrir
tras la epidemia de influenza. Sobre todo en los adultos de edad avanzada, en
las personas con trastornos médicos subyacentes y en las mujeres embarazadas,
el riesgo de complicaciones relacionadas con la influenza es más alto y es muy
recomendable la vacunación contra la influenza. [26]
Mito 5: No se deben administrar vacunas a mujeres embarazadas
Casi todas las
vacunas no sólo con inocuas durante el embarazo, sino que son recomendables.
Dos vacunas son especialmente importantes para las mujeres embarazadas: la
vacuna Tdap (tétanos, difteria, tos ferina acelular) (de preferencia
administrada entre las 27 y las 36 semanas del embarazo) [27]y la vacuna contra la influenza.
El tétanos, la tos
ferina y la influenza son enfermedades con consecuencias potencialmente graves
para el niño o la madre que se pueden evitar a través de la vacunación. La vacunación
de una mujer embarazada contra la tos ferina ofrece protección sustancial del
recién nacido contra esta infección. [28]
Una evaluación de
los datos disponibles indica que las vacunas que contienen microorganismos
inactivados son inocuas si se administran durante cualquier semana del
embarazo. La influenza, en concreto, puede ser muy grave durante el embarazo y,
por tanto, se recomienda que las mujeres embarazadas reciban vacunación durante
la temporada de influenza. [29]
Se ha evaluado la
seguridad y tolerabilidad de la vacunación contra la influenza en diversos
estudios. En un metanálisis, [30] no se observó ninguna relación
entre la vacunación contra la influenza y las malformaciones congénitas, en
ningún trimestre (OR: 0,96; IC 95%: 0,86 - 1,07). Se han evaluado también las
vacunas contra hepatitis B, polisacárido neumocócico y polisacárido
meningocócico y resultaron inocuas cuando se administraron durante el embarazo. [31]
Las vacunas de
virus vivos, como la vacuna contra el virus de varicela-zóster y la triple
viral, no se recomiendan un mes antes o durante el embarazo, debido al
potencial riesgo de transmisión del virus al feto. Aunque estudios
retrospectivos de mujeres que recibieron vacunaciones con virus vivos durante
el embarazo no demostraron más riesgo de infecciones congénitas, la
administración de vacunas de virus vivos sigue estando contraindicada durante
el embarazo. [32-34]
Mensajes fundamentales para los médicos
En la actualidad
existen varios mitos y conjeturas en torno a la vacunación. Aun cuando existe
insuficiente evidencia científica que respalde estos temores, se han vuelto
verdaderas amenazas para el éxito de los programas de vacunación de salud
pública. Lamentablemente, un número considerable de personas rechaza las
vacunaciones para sí mismas o para sus niños, a consecuencia de la información
errónea y el temor. [35]
Si bien respaldamos
más investigación para lograr una mayor eficacia de las vacunas futuras (por
ejemplo, para la influenza) y estudios sobre la inmunogenicidad de las vacunas,
es esencial que los profesionales de la salud respalden las vacunaciones, y
ayuden a reforzar el cumplimiento de los programas de vacunación.
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